sábado, 20 de junio de 2009

EPISODIO II: Colega, ¿dónde está mi coche?

¿Y mi coche, tío?
¿Tío, y tu coche?
Aston Kutcher y Seann William Scott

- Bueno, ya van a dar la 7 de la mañana, nosotros estamos cansados, ¿nos acercas a casa?

Os presento a Carlos, el “responsable” del grupo (y si no lo es lo aparenta muy, pero que my bien), con él van su (inseparable) novia Rocío y la amiga de la inseparable, Marta, la única soltera del grupo. En realidad es la única soltera del grupo porque nuestro grupo es un grupo de tíos con las novias de los que están emparejados. Marta es la única que nos soporta tal como somos (sin tener ningún tipo de incentivo sexual como las novias de los demás) y por eso en cierto modo la admiro un poco, es posible que incluso tenga un sitio reservado en el cielo por ello, no es que seamos una panda de cansinos (un poco si lo somos) pero desde pequeños nos acostumbramos a no andar con muchas delicadezas (ninguna, exactamente) a la hora de hacer bromas o comentarios sobre la gente, y aunque ha habido algún que otro grupo de féminas que se han “arrimado” a nosotros, al final siempre lo mismo: se queda con nosotros la que tiene real interés, la novia del que sea.

- Tenía pensado darme una vueltecita más por la disco (o dos, o tres, las suficientes hasta encontrar una tía igual de “necesitada” que yo) a ver qué pescaba, pero si tan cansados estáis podemos irnos ya a casa, al Taza hoy no hace falta esperarlo (hace un rato me llegó el SMS al móvil de rigor que contenía una sola palabra: “fácil”)

- ¿Pescar tú? Ni a un pececillo metido en una pecera de las redonditas y pequeñitas (por comentarios como éste Marta sigue con nosotros)

- El mal pescador es el que puede hacer que te vayas a casa andando, que nunca se te olvide.

Sé lo que estáis pensando, la tensión entre los dos se palpa en el ambiente, ella es la soltera del grupo y yo soy el simpático, haríamos buena pareja (después de tanto tiempo el listón que define la “buena pareja” comienza a bajar peligrosamente), aunque los dos no lo supiéramos (que lo sabemos), el tiempo acabaría haciendo su trabajo, los dos que quedamos sueltos al ir al cine, los únicos que modificamos la división a la hora de pagar la cena (¿pensáis en el Taza? Él siempre encuentra acompañante de última hora, para dejarme de pico), y miles de detalles que hacen que lo “nuestro” acabe resultando lógico para todo el mundo, y eso precisamente me hace descartarlo, muchos pensarán que no estoy como para ir rechazando buenas oportunidades, y aunque Marta no sea fea y se puede considerar que no esté mal (¿Qué no está mal?, ¿tú has visto el escotazo que se está marcando hoy?, no intentes engañarte Jou, da el perfil más que de sobra) no lo veo. Encontrar pareja por lógica no es una opción que me convence, no me convence nada. Sería como decir: “estamos juntos” y que todos te contestaran “ya estabais tardando”. No quiero eso para mí.

- Venga vamos para casa que mañana será otro día.
- De todos modos sabes de más que tú no vales para esto Jou, tú no sabes cazar, tu siempre has sido una presa.

Habló Carlos, el hombre que tiene pareja desde… bueno no recuerdo desde cuándo (probablemente empezara a salir con Rocío en el jardín de infancia) y eso le hace pensar que es un crack con las tías, cuando en realidad nunca ha estado en el mercado, no sé cómo se atreve a hablar de cazar cuando él lo más cerca que ha estado de una cacería ha sido cuando Rocío está mala y sale con el taza y conmigo (y cada vez que le habla una tía que no conoce suda más que un pavo en vísperas de Navidades). Pero no estoy de humor para la discusión tonta de las 7.03 de la mañana, así que mejor ir a por el coche.

Salimos de la discoteca y la primera luz de la mañana nos aturde, tanto tiempo en la oscuridad de la discoteca hace que los primeros pasos que das al aire libre sean torpes, que te hagan parecer más borracho de lo que estás realmente, yo ni siquiera lo estoy, hace horas que dejé de beber, el alcohol atonta los sentidos y así me es más difícil conseguir nada (como si el estar sereno te esté dando mucho resultado últimamente). Rocío, que no habla desde hace un buen rato termina por poner voz a un pensamiento general:

- Antes de ir a casa pegan unas hamburguesas, ¿qué no?

Esta mujer sí que sabe, la idea de las hamburguesas en realidad no es suya, ni de nadie, la idea surge del olorcito que llega a la puerta de la discoteca del local de al lado. Una hamburguesería que a priori parece estar mal colocada, por estar demasiado a las afueras de la ciudad, pero que al estar junto a la Discoteca tiene a una clientela asegurada: “el borracho hambriento”.

No hay un hambre peor que el hambre del borracho hambriento, te comes lo que sea y donde sea (he llegado a calentar pizzas frías encima del capó caliente del coche, deliciosas, por cierto). Los churros con chocolate son la opción clásica, pero ese olor a hamburguesa recién hecha no hay quien lo resista, así que retrasamos la vuelta a casa y de camino llenamos el estómago antes de dormir, con lo cual mañana no me saca de la cama antes de las 15.00 ni un Tsunami de grado 10 (¿los Tsunamis tienen grados? Me imagino que los tendrán, ¿no?)

Como era de esperar la hamburguesa de rigor entra de escándalo y lo que era una noche normal (tirando a mediocre) acaba con el recuerdo del estómago lleno y una sonrisa en la cara, así si se va uno contento para casa (contento y sin follar). Y hago la pregunta aunque conozco la respuesta de antemano:

- ¿Algún plan para mañana?
- Pfff, mañana pasamos de salir otra vez que si no el reventón nos dura hasta el lunes, cenaremos en casa y veremos una peli. ¿Os apuntáis Marta y tú?

El codazo que Marta le da a Carlos me duele hasta a mí, pero la verdad es que esta clase de proposiciones son las que me quitan las ganas de intentar nada con Martita (eso y un poco de miedo al fracaso, reconócelo).

- ¿Un sábado en casa?, perdonadme pero aún no me han castrado y tengo ganas de salir.
- Que no estás castrado explica que en la discoteca te comportes como un gato en celo.

Marta suelta otro de sus tiritos pero no puede disimular el suspiro que se le escapa cuando rechazo la invitación de las “dobles parejas” (¿es suspiro de alivio o es de otra cosa?)

- Pues tú mismo, pero yo no estoy castrado, pregúntale a Rocío si quieres (sí, a Rocío y a ninguna otra…) ¿Tan lejos tenías el coche?

Agradezco la pregunta porque esta vez sí que iba a entrar al trapo de la discusión sobre lo crack que es con las mujeres el hombre que ligó invitando a bolsas de gusanitos. Pero la verdad es que no recuerdo dónde dejé el coche, es lo que tiene aparcar tantas veces en la misma zona, no es que me preocupe mucho, pero a medida que seguimos avanzando empieza a aparecer en mí ese pinchazo en el pecho que te hace presagiar que algo va mal (uno, que es un optimista empedernido). Y llegamos al final de la calle y mi coche sigue sin aparecer, no se lo han podido llevar (digo yo…) pero eso no hace que corazón no se me encoja antes de girar la esquina para dirigirnos a la última fila de coches aparcados.

- Allí al fondo está, Jou, sí que lo dejaste lejos.

Pero algo va mal, Carlos ha visto el coche pero no se ha dado cuenta, pero yo sí, es mi coche y lo conozco y algo no está donde debería de estar. Hay un bulto que se ve a través del salpicadero que no está en su sitio.

- Me han abierto el coche.
- No jodas
- No Martita, hace mucho que no jodo (habrá que reírse, no te vas a echar a llorar…)

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